Wednesday, May 2, 2012


CUANDO SALI DE COLLORES FUE EN...DELTA AIRLINES                                                       

Poema: Valle de Collores

Cuando salí de Collores
fue en una jaquita baya,
por un sendero entre mayas
arropás de cundiamores.
Adiós, malezas y flores…  

 Luis Llorens Torres

Todos tenemos una historia personal que contar, una novela que la vida nos preparó.  Hoy yo comparto algunos capítulos de mi historia que marcaron mi vida para siempre. 

Nací y me crié en San Juan, Puerto Rico.  Hija de unos padres maravillosos, mi papá, tercera generación de Irlandeses, de ahí mi apellido Gordon.  Familia de clase media, sin lujos, pero sin carencias.  Tengo sólamente una hermana menor que yo.  La única crítica que tengo de mis padres es que eran muy estrictos y me tenían muy controlada.  Desde pequeña dí señales de ser muy independiente.

Quizás  fui rebelde sin causa.  A los 17 años me fui de mi casa porque quería independencia y libertad. En otras palabras, quería hacer lo que me diera la gana.  Eso era imposible viviendo con mis padres, asi que a los 17 años eché vuelo.  

Siempre me ha gustado viajar y un día invité a mi mamá a pasar unos dias enVenezuela y Colombia durante mis vacaciones.  A mi regreso a San Juan, todavia me quedaban dos semanas de vacaciones.  ¿Y que hice?  Me casé.

A los 21 años me casé con un Argentino con el que llevaba un noviazgo de un año.  Un hombre muy bueno y muy querido por mi familia y amistades.  

En esa época, para mi casarme era una idea futurista y nunca soñé con la gran boda que todas las mujeres sueñan.  Pero de eso, a hacer algo tan radical como lo que hice, no estaba en mis planes.  Me casé en un acto impulsivo, sin pensar mucho en lo que estaba haciendo.  Ni tan siquiera estaba comprometida.  Nunca me importó mucho el qué dirán.  Me casé rápido, no hice boda, fue un matrimonio civil y de la oficina del juez fui directamente a ver a mis padres a informarles que me había casado.  Horas más tarde iba en un avión estrenando marido rumbo a Miami Beach para pasar nuestra luna de miel. 

El casamiento fue una sorpresa para todos, especialmente para mis padres.  Mi mamá me contó luego que esa noche vió por primera vez llorar a mi papá. Creo que es lo más insensible que he hecho en mi vida.  Avisé ya cuando estaba casada.  Shock, shock, shock para la familia y amigos.  Luego el lunes, de regreso a mi trabajo, le di la noticia a mis compañeros de trabajo y – shock, shock, shock.  Creo que todos pensaron que estaba embarazada, pero nada que ver con eso.  Solo locuras de una servidora.

Para ese tiempo, los dos vivíamos en Isla Verde, yo sola en un apartamentito detrás de una casa y él vivía con un roommate también argentino.  El se mudó conmigo y como a los tres meses nos compramos un apartamento en un condominio en Isla Verde.  El condominio quedaba justito frente al mar y el sonar de las olas y la brisa del mar eran embriagadores.  Al decir esto me acuerdo del dicho:  “para el gusto se hicieron los colores.”  Digo esto porque a veces alguna que otra visita nos preguntaba, “pero cómo pueden dormir ustedes con ese ruido de las olas?”  La respuesta era siempre la misma, “por el ruido de esas olas compramos aquí.”

Nuestras finanzas iban viento en popa y a los dos nos gustaba la buena vida.  Durante el matrimonio, se compraron varias propiedades.  Tuvimos todos los “juguetes” para vivir una vida divertida, la lancha, camper, moped, motorita y en algún momento dado, tuvimos como 6 carros.  Mi esposo tenia el hobby de comprar carritos deportivos clásicos europeos, y su mecánico y un hojalero se los ponían como nuevos.  Luego los vendía, si, los vendía cuando ya no encontraba donde guardar tanto carro.  

Mi esposo siempre había querido tener un perro, pero yo definitivamente no quería.  Siempre lo amenazaba diciéndole que el día que metiera un perro al apartamento, por la misma puerta que entraba el perro, por esa misma puerta saldría yo.  Bueno, resulta que un Día de San Juan, cuando yo regreso a casa de mi trabajo, encuentro que nos habían robado en el apartamento.   A mi esposo le robaron un reloj que le había regalado su papá que costaba muchísimo dinero.  Hasta ese día yo no sabía de la marca Patek Philippe ni el valor de esos relojes.  Pero también que estupidez tener ese reloj en el apartamento en vez de en una caja de seguridad.  En fin, que esa noche teníamos invitados y después de reportar el robo a la policía, decidimos seguir con los planes de la fiesta de San Juan.

A partir de ese día, él siempre me reprochaba que si hubiese habido un perro en el apartamento, posiblemente el robo no hubiera ocurrido.  A mi me dio lástima y acepté que comprara su perro.  Yo amaba mucho a mi marido y él me complacía en todo.  No era justo que yo fuera tan egoista y no le dejara tener su perro.

Así fue que un Fox Terrier de un mes de nacido llegó a nuestro hogar.  Le pusimos de nombre Nino.  Nino resultó ser un perro completamente hiperactivo, travieso, y destructor de lo que encontraba.  Las rabietas que ese perro me hizo pasar!  Con todo y eso el perro me robó el corazón y andaba yo loca con mi perro.  De ser una pareja, nos convertimos en una familia de tres.  Nino iba para todos lados con nosotros, le encantaba el agua, al igual que a sus padres (nosotros), y ya era muy popular dondequiera que ibamos.  Adorábamos a Nino y casi era como un hijo para nosotros y un nieto y sobrino para mi familia que también lo adoraban.

Durante muchos años vivimos una vida muy comoda, muy social y divertida.  El dinero se gastaba y nada se ahorraba.  Hasta que las cosas empezaron a cambiar.  Mi esposo abrió unos negocios que nunca funcionaron y lógicamente se perdió mucho dinero.  Por varios años tuvimos que sobrevivir de la venta de los autos y los “juguetes” porque, aunque yo trabajaba, mi salario no era suficiente para mantener nuestro estilo de vida.  Luego murieron los padres de mi esposo y él heredó un dinero.  Para ese entonces, mi esposo ya venía hablando de que quería vivir en una casa.  Yo me negaba.  Por fin un día le dije que la comprara, pero que yo quería quería seguir viviendo en la playa. 

Un buen día, llega mi marido a casa y me dice:  encontré la casa.  Esa casa él la compró con el dinero de su herencia, así que yo no tenía mucha voz en eso.  Me llevó en su carro a ver la casa  y cuando paró el carro y me dice “ésta es la casa” a mi por poco me da algo. 

Cuando yo era una niñita, en las navidades mi mamá me llevaba a ver una casa que le ponían un trineo de Santa Claus en el techo y otras decoraciones en el amplio patio que la casa tenía al frente.  Siempre nos referíamos a esa casa como la casita de Blanca Nieves.  Le llamábamos así porque era una casita muy curiosa, toda en estuco rústico blanco, no el estilo tipico en PR.  La casa estaba localizada en el borde de Punta Las Marias, en la curva donde empieza Isla Verde.

Que buen acierto el de mi marido.  Sin saber la historia, él consiguió esa casa por su cuenta y a mi me encantó.  Su idea era hacer una renovación total (la casita ya tenia muchos años) sin perder la esencia de la casita original.   También se iba a construir una piscina al frente de la casa, ya que al frente habia un patio inmenso y detrás de la casa un patio pequeño.  Se le iba a hacer un deck y un bar adentro de la piscina.  Y, por supuesto, para el argentino, una gran parrilla.  Yo encantada con la idea.  Yo no tuve objeción ninguna en firmar los documentos de la casa.

Entonces decidimos que antes de empezar la renovación, que tomaría bastante tiempo, primero hacer la piscina, así podíamos disfrutar la piscina mientras arreglaban la casa.  Y así lo hicimos.  La piscina quedó hermosa y a mi que me encanta el agua, me pasaba largas horas disfrutando la piscina y mi hamaca.  La renovación iba lenta (PR time), pero no había prisa.  Nuestro condominio estaba cerca, así que mientras arreglaban la casa, yo disfrutaba de la piscina, y él se entretenía haciendo sus, bueno ya saben, sus “parrishadas.”  Los fines de semana, la casita se llenaba con nuestras amistades y lo pasábamos de maravilla.

Bueno, pero me olvidé decir que para esa época, ya habían pasado muchos años de matrimonio y habían ciertos problemillas en el matrimonio.  Para acortar, vino una separación que eventualmente terminó en divorcio.  Si el casamiento fue un shock, creo que lo del divorcio fue el SUPER shock.  Caos! Lo peor de todo era que para el mundo éramos la pareja ideal y todos estaban afligidos por nuestra separación y la casita que estabamos arreglando. 


Estuve casada 9 años y fue un matrimonio feliz, pero no perfecto. No hubo hijos, por decisión unánime, una decisión controversial en aquellos tiempos. 

Al poco tiempo de entablar la demanda de divorcio, yo decidí mudarme para Los Angeles, California.  No soportaba estar encontrándome con gente a cada rato lamentando nuestra separación y preguntando siempre lo mismo. 

Por otra parte, ya yo empezaba a tener ideas de un cambio en mi vida.  Yo queria romper barreras.  Yo queria romper con mi pasado.  Yo queria empezar desde cero.  Yo quería empezar una vida totalmente nueva sin el apoyo emocional o económico de mis padres o de un marido.  ¿Hasta donde podia llegar yo por mi misma?  Ese era mi gran interrogante y mi gran reto.

El divorcio fue amigable y fácil.  No habían hijos, no quedaban muchas cosas materiales y no nos odiábamos. Yo me quedé con el apartamento de Isla Verde y él se quedó con el de Isleta Marina y la casita.  Para eso, solo quedaban dos carros, y cada cual se quedó con el suyo. 

Y Nino.  Ay, mi adorado Nino!  Lo que yo no lloré por mi marido, lo lloré por Nino.  De yo haberme quedado en Puerto Rico, sin duda la custodia de Nino iba a ser la manzana de la discordia.  Sin embargo, como yo me iba para Los Angeles, no había otra, Nino se quedaba con su papá.  El adoraba a Nino y hasta lo entendía mejor que yo, así que por esa parte quedé tranquila. 

Pero había un problema con mis planes.  El gallinero en PR estaba alborotado. Yo nunca antes había estado en Los Angeles.  Yo nunca había vivido fuera de PR.  Yo no conocía a nadie en Los Angeles.  Iba a haber un problema de idioma, porque aunque sabía inglés, era un segundo idioma.  Me llamaron loca, inmadura, bueno que no me llamaron.  Mi plan era vivir en un hotel las primeras semanas y ya luego mudarme a un apartamento.  Mis padres estaban bien preocupados con mi decisión.  Luego a mi mamá se le ocurrió que me quedara en la YWCA de Los Angeles, (de aquí en adelante “Y”)

Para esos tiempos, yo ni sabía lo que era la "Y".  Yo lo tomé como una intrusión de mi mamá queriendo manipular mi vida.  Le dije que no, que no se metiera en mi vida, que yo llegaría a un hotel y de ahí buscaría un trabajo y me alquilaría un apartamento.

Hasta que una buena amiga me hizo entender la locura que yo estaba haciendo.  Ella apoyaba mi plan, pero me hizo entender la preocupación de mis padres y me convenció para que siguiera los consejos de mi mamá, e ir a la "Y" como punto de llegada.  Una vez allá, me mudaría a un apartamento.  Al menos así, mi mamá se quedaba tranquila.  Lo entendí y reservé una habitación en la "Y".  Ay Dios mio.  Las madres que sabias son.  Me adelando para decir que ese fue el mejor consejo que mi madre me pudo dar.

Los planes empezaban.  Renuncié a mi trabajo y alquilé el apartamento de Isla Verde.  Me divorcié un miércoles y el viernes ya estaba en Los Angeles. Siempre me he caracterizado por decisiones radicales y rápidas.

Y asi, salí de Collores, digo de San Juan, para Los Angeles con solo $1,500 en mi cartera, sin conocer a nadie, sin haber estado antes ahí, y con una tranquilidad producto de mi gran ignorancia.  Ahora puedo aceptar que todo lo que me llamaron era cierto.  En realidad, yo no sabía lo que estaba haciendo. 

Cuando yo llegué al aeropuerto LAX con mi maleta, y ví lo inmenso que era ese aeropuerto y la gran cantidad de gente, ahí, en ese momento, caí de las nubes.  Ya no era un sueño, yo estaba en Los Angeles.  Con una sonrisa leve como diciendo, me salí con la mía, me dirigí a buscar un taxi.

Los Angeles fue amor a primera vista.  Desde que iba en el taxi hacia la "Y" ya  todo me gustaba.

Cuando llegué a la "Y", jamás me lo hubiera imaginado así.  Era un edificio extraño, inmenso, parecía como un castillo.  Estaba en una loma y tenía una escalera con muchísimos escalones para llegar a la entrada.  Me acuerdo cuando el taxi paró frente a la "Y", y yo vi las escaleras, me dije a mi misma, y ahora cómo yo subo esta maleta.  Bueno, por suerte el taxista me la subió, sin yo tener que preguntarle, y yo super agradecida  de di su buena propina.  


Llegué tarde en la noche y fui muy bien recibida por el personal de recepción.  Ahí me informaron de las horas del desayuno y cena.  Yo ni sabía que eso venía incluido, así que esas fueron buenas noticias.  Toda emocionada, y todavía un poco incrédula de que ya estaba en Los Angeles, empecé a desempacar y me quedé dormida pues estaba rendida del largo viaje.  Cuando ya dormía profundamente, el telefono sonó y yo pense, quien rayos me esta llamando.  Lo contesté pensando que era la gente de la "Y" y eran mis padres llamando a ver si había llegado bien.

En la mañana quize darme un baño para luego bajar a desayunar.   En ese momento me dí cuenta que en el cuarto no habia ducha, solo toilet y lavamanos.  Las duchas estaban al final del pasillo.  Eso no me gusto mucho, pero no le di mucha importancia.  Bajé al comedor y cuando abrí la puerta, el lugar era inmenso, lleno de mesas largas y lleno de chicas.  Agarré mi desayuno y tímidamente me senté en una de las mesas.  Con la gran suerte que en esa mesa eran casi todas Latinas de diferentes paises.  Ahí en la “Y” habían chicas del mundo entero.  El común denominador era que estábamos todas viviendo una transición de vida.  Desde ese día, siempre me sentaba con estas chicas y cenabamos conversando y riéndonos de las anécdotas del día de cada una.  Unas trabajaban, otras estudiaban y otras estaban buscando trabajo.  Esto sí que fue un gran comienzo.  Estas chicas, que ya llevaban en la "Y" cierto tiempo, me orientaron en cantidad de cosas.  Nos hicimos amigas y jamás me sentí sola en Los Angeles.  


Durante los fines de semana, nos íbamos de paseo en autobus.  Yo me puse a tomar unas clases de inglés en una escuela superior solo para que me dieran un bus pass.  Bueno, hasta el dia de hoy, todavia conservo una amiga de mis tiempos en la "Y".  

La "Y" fue crucial en mi estadía en Los Angeles.  A pesar de que no estaba en la mejor área, era un lugar limpio, seguro, amplio y donde había disciplina.  Honestamente, no se que hubiera sido de mi de no haber llegado a la "Y".  Como siempre he sido fastidiosa para comer, no me gustaban las comidas al punto que rebajé 15 libras y andaba pesando en esos días 90 libras.

O sea que de vivir frente al mar y con varias propiedades, ahora vivía en un cuarto.  De tener una colección de carros, ahora me movía a pie y en autobus.  De una comodidad económica, ahora contaba los centavos para pagar mi cuarto y suplir mis necesidades básicas.  Yo queria una vida nueva?  Ya la estaba viviendo.

Pero lo importante es que yo andaba super feliz.  Yo estaba viviendo una nueva aventura, una vida distinta y disfrutaba cada momento.

El empezar fue muy difícil, no lo voy a negar.  Más de lo que yo me hubiera imaginado.   No creo que hubiese sobrevivido mucho tiempo en LA de no haber estado en la "Y".  Gracias a mi santa madre.  También le doy gracias a Dios porque, aunque no era cristiana en esa época, siempre estuvo conmigo guiándome y protegiéndome. 

Al final que en la "Y" me quede ocho meses.  Ya luego la "luna de miel" se fue acabando y poco a poco empecé a extrañar las cosas básicas materiales que todos añoramos. Tan pronto pude, me mudé a un apartamento.  De mi grupo de amigas,creo que fui la primera que se fue.  Ya luego las demás se fueron yendo poco a poco.  Luego ya me cansé de andar en autobus y mandé a buscar mi carro casi nuevo que había dejado en Puerto Rico. 

Y bueno, así empecé una vida nueva.  Sola y totalmente responsable de mis acciones.  Repito, no fue fácil.  Obviamente, he dejado cantidad de detalles afuera porque si no saldría un libro y no es la idea.  Lo importante es que uno puede lograr todo si uno se lo propone. Yo probé que sí se pudo. 

Fue una buena decisión.  Al final, mis padres estuvieron orgullosos de mis logros y muchas veces me decían que lo mejor que había hecho era irme de PR porque las cosas allá estaban muy mal.  Y, efectivamente, cuando yo iba a PR de vacaciones, eran sentimientos encontrados porque amando tanto a mi pais, y habiendo sido criada en PR, ya sentía que no me acostumbraba.


 La jíbara se salió con la suya.  Me siento realizada y orgullosa de mi misma por haber salido de Collores en Delta Airlines.

Desde entonces, California ha sido “home” para mi. 

Bueno, un momentito.  Eso hasta hace dos años cuando me mudé para Las Vegas. Todavia tengo mi townhome en California y no sé si algún día regrese.  Puede que sí y puede que no.  Me encanta Las Vegas y me encanta California y amo a mi Puerto Rico.

Por lo pronto, no soy de aquí ni soy de allá, como dice la canción de Alberto Cortez.

Epílogo:

Mi ex:  Por muchos años no supe de él.  Luego me enteré de que se casó con otra boricua y tuvo una hija. 
 
Nino:  murió de viejito

La casita:   la casita se vendió y mi ex nunca vivió en ella.  Yo regresé a PR 5 años más tarde a pasar unas vacaciones.  La curiosidad me llevó a “mi” casita, o a la casa que pudo haber sido y nunca fue -- solo para encontrarme con otra tremenda sorpresa.  La habían convertido en un restaurant argentino y donde estaba la piscina, ahora había una pescera gigante.  Entré al restaurant  y no había nada que simulara los arreglos que habíamos hecho.  Conocí al dueño y le dije que yo había sido la dueña de la casita y le mencioné el nombre de mi ex.  Por supuesto, el conocía un poco de la historia y conoció a mi ex cuando compró la propiedad.  En la actualidad, ya no está el restaurant.  Ahora hicieron como un pequeño shopping center. 
La verdad que esa casita tuvo historia.

Mi condo en Isla Verde:  Lo vendí hace muchos años.


The Mary Andrews Clark Residence of the YWCA
Los Angeles Historical Landmark Building
Mi hogar por 8 meses
(tengo entendido que ya cerró)




No comments:

Post a Comment